Uncut Gems

Arrancamos sobrevolando un suburbio de un pueblo en medio de los estados unidos, mientras los créditos aparecen en pantalla. Los árboles son verdes, las calles tranquilas y las casas son grandes. En una de estas casas grandes, es en donde nos detenemos y en su interior un hombre de unos 50 años amanece. Mira al costado de la enorme cama donde yace y observa a su esposa, una mujer muchísimo más hermosa que el. Seguro piensa lo afortunado que es de ver ese rostro todas las mañanas. Mira para el otro lado y su mirada se cruza con otra.
Esta otra mirada es la de un gran ciervo hecho con pésimos efectos computarizados. Sus ojos se agrandan como platos y le susurra a su esposa que se levante despacio y abra la ventana. Es obvio que no quiere asustarla. Ella, sin abrir los ojos, protesta y sigue durmiendo mientras el ciervo se alimenta de un bowls con papas fritas que hay en la mesa de luz.
El hombre repite su llamado de ayuda, esta vez haciendo un pésimo chiste sobre su suegra y la esposa, ya visiblemente molesta, se da vuelta para insultarlo.
Ve al ciervo.
Comienza a gritar.
El ciervo, alarmado, también grita, se yergue sobre sus patas traseras y comienza a orinar sobre el hombre aun acostado en la cama, que a esta altura también comienza a gritar, aun a riesgo de que pis de ciervo le entre en su boca.


La escena descrita en el párrafo anterior, para los que no son habitués del séptimo arte, es la escena inicial de Grown Ups 2 (2013), una comedia donde Adam Sandler, junto a sus amigotes de la infancia, viven descabelladas aventuras. Descabelladas al menos para hombres de más de 50, con esposas e hijes. Este tipo de cine es con el que se suele asociar a Adam Sandler y con mucha razón. En una Argentina donde a Sandler se lo conoce como “Ese que tenía que cuidar al nene” o “Ben Stiller no, el otro”, no me sorprende que la gente arqueé una ceja y me mire con extrañeza cuando las palabras “Adam Sandler es un buen actor” salen de mi boca. Hasta yo admito que muchas de las películas en los haberes del ya nombrado que considero como buenas, tales como “Happy Gilmore” y “The Wedding Singer”, no son consideradas obras maestras del cine, pero dentro de su filmografía también aparecen películas como “Funny People”, de Judd Apatow y “Punch Drunk Love” del multi nominado al Oscar Paul Thomas Anderson (ambas películas alabadas por el público y la crítica), sin mencionar el brillante pasado de Sandler por SNL, donde también demuestra sus dotes musicales.

En estos films que acabo de nombrar, el actor en cuestión no es un obstáculo a superar, no es un detrimento hacia la película. No son buenas a pesar de Adam Sandler.
En ambos films el actor nos deja retratos de personajes complejos, personajes defectuosos, personajes con los cuales nos podemos sentir identificados y en el caso de Barry Egan, me animo a decir memorables.

Así que podrán imaginar mi emoción cuando veo que el señor en cuestión va a ser el protagonista de un thriller dirigido por dos de los directores más interesantes y talentosos de los últimos años: Los hermanos Safdie. Y no solo eso, la película va a salir directo a Netflix (por lo menos en Argentina) por lo que no hay casi excusa para no darle, por lo menos, una oportunidad.

Así que démosle una oportunidad.

Uncut Gems, como ya dije, es el nuevo film de los hermanos Benny y Josh Safdie, que en 2017 nos deleitaron con lo que para mi es una de las mejores películas de la década: Good Time.
En Uncut Gems, Howard Ratner, interpretado por Adam Sandler, es un joyero con negocio propio en el distrito de diamantes de Manhattan en el año 2012. Su dia a dia es un constante tire y afloje entre su profesión, su vida familiar, en especial la tumultuosa relación que lleva con su esposa Dinah (Idina Menzel), su amante y empleada Julia (Julia Fox) y todas las tramoyas que realiza para conseguir grandes sumas de dinero que usa para realizar grandes apuestas de basket, en vez de pagar una deuda de 100 mil dólares que tiene con su cuñado, que ya cansado de las vueltas de Howard, envía matones a su negocio.
A este mundo de caos que Howard se creó para si, se suma la presencia de Demany (Lakeith Stanfield), un muchacho que trae clientes al negocio a cambio de un porcentaje de las ventas y que en esta ocasión, trae a lo que se podría denominar como un pez gordo: El jugador de basket profesional Kevin Garnett, interpretado por si mismo.
Durante esta visita, a Howard le llega un cargamento que está esperando hace más de un año: Un ópalo negro en bruto, traido desde una mina de Etiopía.
Howard se lo muestra muy orgulloso a Garnett que siente una atracción casi esotérica hacia la gema, ofreciendo comprarla por una gran suma de dinero, que Howard considera baja, pero luego de convencerlo, consigue que se la preste para usar de amuleto durante un partido que debe jugar esa misma noche.

El resto de la película se desenvuelve en un mar de adrenalina, malas decisiones, violencia física y en el centro de todo, Howard.


La energía que Sandler trae a la pantalla amenaza con destruir la misma tela de la que está confeccionada el film, como si fuera una tormenta tropical, un violento fuego que podria destruir todo a su paso si no fuera por el detalle de que al timón están los Safdie, que no solo se ocuparon de la dirección, si no también del guión y la edición.
Como ya pudimos ver previamente en Good Time, los Safdie tienden al caos, a la desorganización, los protagonistas cometen decisiones apresuradas y de la peor manera posible, generando una tormenta alrededor suyo y es en esta tormenta donde más brilla el talento de los directores.
Como un disco de Captain Beefheart and his Magic Band, a simple vista solo se puede apreciar el desorden de la disonancia y de los instrumentos, pero cuando mas nos vamos acercando no sólo nos damos cuenta que todo este batifondo tiene un sentido, si no que está perfectamente orquestado y es el fruto de horas y horas de trabajo.

Todo esto es apoyado no solo por una banda sonora impecable, cortesía de Daniel Lopatin (Good Time, The Bling Ring) si no por como el film se ve.
Colores saturados, neones sórdidos, grano fílmico casi palpable.
La película se ve sucia, como un diamante opaco o un Rolex falso que el personaje de Sandler intentaría vender para conseguir dinero facil. Y he aquí uno de los grandes motores de la película.

A cada esquina y en cada situación donde a Howard se le presenta algún tipo de dinero o oportunidad para, por lo menos, comenzar a saldar su deuda, el la invierte en apuestas. Siempre buscando ese momento en que finalmente pueda exclamar “Se me dio”, como si su destino no fuera escrito por él y esta la filosofía de Howard. Su manera de vivir.

Go big or go home.

Durante los 135 minutos de película vemos atisbos de las estafas de Howard y cómo se maneja con la gente de su entorno a través de diálogos que a primera vista parecen poco importantes y gestos sutiles de Sandler, de nuevo demostrando su rango a la hora de actuar.
Todos estos momentos tiene su recompensa, por así decirlo.
Un ejemplo de esto es cuando Demany entra a KMH, el negocio de Howard, junto a Garnett por primera vez e intenta ofrecerle uno de sus relojes, que Sandler, presuntamente, tiene guardados en su bóveda para así vender y que el se quede con un porcentaje. Esto culmina más adelante en una brillante escena donde él se da cuenta que Howard empeñó (perdón, "prestó") sus relojes y no están más en la caja fuerte, todo esto mientras Howard hace caso omiso a los gritos de Demany y escucha como un doctor le dice por teléfono los resultados de una colonoscopia de rutina realizada al principio de la película.
Las prioridades y el egoísmo de Howard son claros.


Otra de las joyas que brilla en la película, como un furby incrustado de brillantes o un anillo de campeonato de la
NBA, es Kevin Garnett, que lejos de hacer de él mismo, nos deja una performance más que a la altura de las circunstancias.
La última conversación que sostiene con el personaje de Sandler, una escena donde la dirección, la edición y el guión son perfectos y Sandler da una de las mejores actuaciones de su carrera, Garnett, siendo esta su primer actuación protagónica en una película de este calibre, no se deja opacar y suma a que sea una de las mejores escenas de todo el film.
El anillo de campeón no le queda grande.

Quien también participa de una película por primera vez es la ya mencionada Julia Fox en el rol de Julia, la amante (de muchos menos años, cabe aclarar), empleada y Confidente de Howard. Su piedra y una de las pocas (la única) que lo banca hasta el final, tatuaje conmemorativo en la nalga y todo.
Como primera actuación, es más que notable, dándonos un personaje complejo, un retrato de una mujer enamorada que se deja llevar por el río furioso que es Howard pero también es capaz de nadar contra la corriente y contrasta de buena manera con Idina Menzel que sin quedarse atrás interpreta a una mujer cansada, alguien que intenta mantener estabilidad en su familia ante el inminente divorcio y que no disimula para nada el desprecio, el vitriolo que siente por la persona que alguna vez llamó marido.

La atmósfera que todos los elementos ya mencionados generan se siente como si el film habitara en la sinapsis de dos neuronas, un espacio de electricidad pura y primitiva que dota a la película de una energía que solo puedo comparar con otra peliculas excelente de 2019: “Bliss”, dirigida por el último integrante del panteón de los daddies, Joe Begos.
De a momentos es casi agotadora, con un Sandler que no para de mandarse cagadas y de a otros es ansiedad pura, como una escena donde el portero eléctrico de una puerta no funciona.
Todo culminando en uno de mis clímax favoritos del año que involucra, por supuesto, un partido de basket 

Uncut Gems no tiene nada de bruto.

Es una piedra preciosa, cortada con suma perfección.
Un thriller que sabe cuando respirar y cuando pisar el acelerador a fondo, un testimonio a la habilidad de los hermanos Safdie a la hora de realizar cine y a la simbiosis que un director puede generar con su protagonista.
Y, por supuesto, es un testamento al gran talento dramático del señor Sandler, un talento que siempre estuvo, solo necesitaba una buena pulida.
Ahora sí, bien alto y sin vergüenza, para que escuchen los del fondo.

Adam Sandler es un buen actor

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